jueves, 2 de diciembre de 2010

Almorzando con Francis Mallmann

(y con unos cuantos cientos de personas más, como se puede deducir a partir de las fotos).

Creo que aun cuando todavía no se había anunciado oficialmente el tema del Punta Food & Wine, yo ya tenía mi entrada para el evento el 27 en Garzón. Bueno, no fue tan así, pero desde que me enteré sabía que aunque ese día me surgieran mil compromisos y actividades en Buenos Aires, me las arreglaría para estar en Uruguay y disfrutar de esa comida.

Y, aunque no fue del todo fácil, así ocurrió. Y para inmortalizar el momento, un fotógrafo me retrató con una super cámara, así que si alguien me ve en las caras uruguaya, que me chifle.

Ese sábado -algo nublado y muy caluroso- salimos con mi acompañante desde otro punto del departamento de Maldonado y llegamos muy puntuales a Garzón. Si bien cuando llegamos ya había varias personas en la plaza del pueblo (el típico lugar donde se realizan los eventos importantes en zonas rurales), la puntualidad nos permitió ver de cerca la cocina de la cocina. Por ejemplo, a Francis y sus ayudantes sacando la tierra que cubría el curanto de hortalizas, uno de los siete platos del menú.



Por otra parte, la puntualidad no nos sirvió para ser los primeros en probar todo ya que se cumplió el principio culinario que establece que la comida no debe esperar a los invitados, sino los invitados a la comida... y, a juzgar por los sabores resultantes, estuvo bien que así fuera.

El menú se abrió con los salmones al infiernillo, deliciosos en su costra de sal. De acuerdo a todos los comentarios que escuché (y escuché varios dado que circulé bastante), fue uno de los platos top en las preferencias de los asistentes.


Yo llegué a la primera tanda, pero hubo otra vuelta más tarde porque TODOS sin excepción (aun los que no eran fans del pescado) querían probar ese salmón.

Un rato más tarde estuvieron listos los ojos de bife, entrañas, chorizos y morcillas a la parrilla, con salsas varias. Aquí uno de los cocineros en acción:



Nosotros nos mandamos un buen choripán (y, por supuesto, le hicimos honor al ojo de bife también).

Y, luego de esas carnes, llegó el cordero a la vara, acompañado de ensalada de lechuga, tomate y cebolla morada.


Para ese momento ya estaba listo otro de los platos, las deliciosas calabazas al rescoldo con queso de cabra y aceite de menta. Y, por supuesto, el curanto de papas, remolachas, zanahorias, cebollas y boniatos.
Había también variedad de panes caseros y stands de varias bodegas uruguayas. Yo tomé, por ejemplo, tannat viejo Stagnari (un clásico), merlot y tannat-viognier de Altos de la Ballena, tannat Ariano (siempre me llamó la atención el nombre de ese vino, tal lo imaginable) y tannat reserva Pizzorno. Sí: mucho tannat, claro. Creo que al día de hoy sigue siendo la mejor opción en Uruguay, aunque se van notando los avances de muchas bodegas en su producción.
Y, por supuesto, también tomé mucha Salus. Entre el calor del día, el de la gente y el de los seven fires, o tomabas mucha agua o te deshidratabas.

Volviendo a la comida, si bien había algunas mesas y sillas, la cantidad de asistentes excedía con creces la disponibilidad de aquellas, de manera que muchas personas lo resolvieron sentándose en la fuente y el monumento principal de la plaza o bien -muy en el tono del espíritu informal del convite- haciendo picnic sobre el pasto.





Como no podía ser de otra manera tratándose de un festejo, la música estuvo presente. Mi acompañante me dijo (debo reconocer que yo estaba concentrada en la comida) que las bandas fueron dos: una interpretó folklore y la otra tango.


Finalmente llegó el GRAN momento de la jornada, el postre: duraznos y ciruelas a la plancha, servidos con queso mascarpone. MUY exquisito: si nunca lo probaron, recomiendo que lo hagan en sus casas. Sólo hace falta buena fruta (obvio), manteca, azúcar y algún licor de su preferencia. Nótese que Francis, muy coqueto, ya había hecho un cambio de ropa.




La cantidad de humo era directamente proporcional a la deliciosidad del postre. Y sí: es algo que se presta para hacer al aire libre.

Después de todo eso, te podías tomar el cafecito espresso (había también stand de Johnnie Walker pero a esa altura de la journée ya habían levantado campamento). Tratándose de una comida en tierras uruguayas, yo hubiera puesto un stand yerbatero también, daba para tomarse unos matecitos antes de partir. Ok: hacía muuuucho calor, pero... el verdadero matero lo toma sin importar el clima.

A eso de las 16 la gente comenzó a partir y un rato antes de las 17 (casi que nos quedamos para lavar los platos) hicimos lo propio para ir a dar la caminata digestiva por josé ignacio. Aquí, una postal de esa hora y la tranquilidad del pueblo:



Por supuesto, tengo varias fotos más que hoy publicaré en FB, así que quedan invitados a verlas. Y si el año que viene esto se repite y tienen chance de ir, se los recomiendo.
Besos,
a

6 comentarios:

  1. Qué genial, Ari... toda una experiencia, verdad? Me encantó el tema de las frutas, de la carne asada paso... Vos seguro estabas radiante y por ello te retrataron, baby!
    Besitos:>

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  2. uff Air, que privilegio estar ahi!! no te imagino tan flaquita comiendo tanto je. la verdad qie bueno que lo disfrutaste a full,super merecido
    besotes!!!

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  3. ay chicas! me las hubiera llevado a todas, en especial a jochi que sé que lo hubiera disfrutado mucho!
    bueno, si la pego con algún laburo (nunca hay que perder la fe), el año que viene las invito a todas.
    Recuérdenmelo, en caso de que esos sueños se hagan realidad =)

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  4. que bueno,todo esto las fotos las palabras me gusto todo, lo que nos da la apariencia de buena vida o momentos lindos!!,saludos
    Matias G. M.

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